Cautivo en la vigilia de una noche sin escape, no podía encontrar por ningún lado las llaves; esas minúsculas, con el llavero lleno de ovejas. Sin éxito, inspeccioné cada rincón. Fue el día en que empecé a preguntarme sobre los enlaces. ¿Cómo soñar, esperando segundo a segundo el instante en que abandonamos el tiempo y nos arrojamos en una infinidad de posibilidades? Ese llavero me hacía acordar a la vez que me subieron a una oveja -siempre dijíste que ese día me volví bueno. Cada niño del jardín montaba un pequeño caballo, y como no había uno para quien escribe, tuve que recorrer los pocos metros del trayecto sobre este animal lento, sucio…"agarráte fuerte, pibe"…"no perdés las bolas porque las tenés atadas"…"zzz"
domingo, 29 de julio de 2007
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