“Un fino vidrio separa lagrimas que lloran por mentiras, de una lluvia de pecados…”. Detengo la escritura. Es difícil mantener una regularidad cuando uno piensa haberlo dicho todo. Se siente como si ya no hubiese más palabras, o si estas perdiesen su significado en el viaje desde mi boca hasta a ese corazón. Bueno, al final de cuentas es mejor no seguir pensando en eso. A veces el cuerpo lo necesita, ¿no?...
Ahí pasó de nuevo, che, que linda que es…
-Hola, ¿todo bien?
-Bien – dice con esa sonrisa, sonrisa que siento tan mía, por lo menos durante esos segundos, que a mí me parecen años anudando mi garganta.
En esos años, o segundos -es lo mismo a esta altura- los recuerdos se bifurcan. Me reclino en la silla y me dejo llevar por su corriente.
Ahí pasó de nuevo, che, que linda que es…
-Hola, ¿todo bien?
-Bien – dice con esa sonrisa, sonrisa que siento tan mía, por lo menos durante esos segundos, que a mí me parecen años anudando mi garganta.
En esos años, o segundos -es lo mismo a esta altura- los recuerdos se bifurcan. Me reclino en la silla y me dejo llevar por su corriente.